domingo, 20 de octubre de 2013

La Mayor Estafa Al Pueblo Argentino

Excelente pelicula sobre el origen de la deuda externa argentina:

sábado, 20 de julio de 2013

TEMAS PARA EL EXAMEN DEL 26/08/2013

TEMAS PARA EL PARCIAL


El problema Económico- El Hombre Económico y el Hombre de la realidad .Equilibrio y comportamiento del hombre. Necesidades.

Equilibrio Económico. Bienes Elasticidad de la oferta y la demanda. Curvas de indiferencia. Teoría de la oferta y demanda. Recta de balance.

Teoría de mercados. Competencia perfecta. Competencia imperfecta Monopolio, Oligopolio, Monopsomio,

Precios: Maximos, Minimos, Politicos. Concepto de devalucion.

Macroeconomía: Circuito Económico, Inflación, deflación. Tipos de imfalcion Sector Externo: Balanza de Comercio y de Pagos. Importación-Exportación. Concepto de moneda- Devaluacion. Factores de la produccion. Tierra, trabajo, capital y tecnologia.

Gasto Publico Formas de solventarlo, (Recursos/Gastos-Deficit/Superavit).





Principal causa de la inflacion en la Argentina.

martes, 7 de mayo de 2013

Otra corrida más

http://www.pagina12.com.ar/diario/economia/2-219365-2013-05-05.html

domingo, 10 de marzo de 2013

Sobre el saber de las elites.....

http://rambletamble.blogspot.com.ar/2013/03/sobre-la-persistencia-del-saber-la.html?spref=fb



La relación entre poder y conocimiento es compleja. Escindir hasta autonomizar ambas categorías es pueril, pero no lo es menos unirlas en cualquier sentido de manera mecánica y suponer en delirio típico del hombre ilustrado que el "conocimiento es poder" o su contrario en un derrape sociologista. 

Sobre la persistencia de núcleos de conocimientos más allá de sus aciertos en tanto producen y reproducen el sistema de realciones de poder dominantes en determinada coyuntura histórico-social, leemos: 

El ‘hippy’ Ben Bernanke

Por Paul Krugman

Solo faltan unas semanas para que lleguemos a una efeméride que sospecho que a la mayoría de la gente de Washington le gustaría olvidar: el inicio de la guerra de Irak. Lo que recuerdo de esa época es la total indestructibilidad del consenso entre la élite a favor de la guerra. Si tratabas de señalar que era evidente que el Gobierno de Bush se estaba inventando un argumento falso para ir a la guerra, que ni siquiera resistiría un análisis poco serio, y manifestabas que los riesgos y los posibles costes de una guerra eran enormes, pues bien, te despachaban como a un ignorante y un irresponsable.

Parecía dar igual qué pruebas presentaban los que criticaban la carrera hacia la guerra: todo aquel que se opusiese a la guerra era, por definición, un hippy estúpido. Sorprendentemente, esa opinión no cambió ni siquiera después de que todo lo que vaticinaban los detractores de la guerra se hiciese realidad. Los que aplaudían la desastrosa aventura seguían siendo considerados “creíbles” en materia de seguridad nacional (¿por qué John McCain sigue siendo un tertuliano habitual en los programas de debate de los domingos?), mientras que los que se oponían seguían siendo sospechosos.

Y lo que resulta aún más sorprendente es que a lo largo de los tres últimos años se ha desarrollado una historia muy parecida, esta vez sobre la política económica. Por aquel entonces, toda la gente importante decidió que una guerra inconexa era una respuesta adecuada a un ataque terrorista; hace tres años, todos decidieron que la austeridad fiscal era la respuesta adecuada a una crisis económica provocada por banqueros fugitivos, con el supuesto peligro inminente de los déficits presupuestarios interpretando el papel que antes interpretaban las supuestas armas de destrucción masiva de Sadam.

Ahora, al igual que entonces, este consenso ha dado la impresión de ser indestructible frente a los argumentos en contra, con independencia de lo bien fundamentados que estuviesen con pruebas. Y ahora, al igual que entonces, los líderes del consenso siguen siendo considerados creíbles aunque se hayan equivocado en todo (¿por qué la gente sigue tratando a Alan Simpson como un hombre sabio?), mientras que los que critican el consenso son considerados hippies estúpidos aunque todas sus predicciones —sobre los tipos de interés, sobre la inflación, sobre los nefastos efectos de la austeridad— se han hecho realidad.

Por tanto, esta es mi pregunta: ¿cambiará las cosas el hecho de que Ben Bernanke se haya unido a las filas de los hippies?

A principios de esta semana, Bernanke realizó unas declaraciones que deberían haber hecho que toda la gente de Washington se pusiera en guardia y tomase nota. Es verdad que no suponía una verdadera ruptura con lo que ha dicho en el pasado o, de hecho, con lo que otros directivos de la Reserva Federal han estado diciendo, pero el presidente de la Reserva habló más clara y enérgicamente que nunca sobre política fiscal, y lo que dijo, traducido del idioma de la Reserva al castellano, era que la obsesión de la clase dirigente con los déficits era un terrible error.

En primer lugar, señaló que la situación presupuestaria simplemente no era tan preocupante, incluso a medio plazo: “Está previsto que la deuda federal del sector público (incluida la de la Reserva Federal) se mantenga aproximadamente en el 75% del PIB a lo largo de gran parte de la década actual”.

Acto seguido sostuvo que, dada la situación de la economía, actualmente estamos gastando demasiado poco, no demasiado: “Una parte sustancial de los recientes progresos a la hora de reducir el déficit se ha concentrado en los cambios presupuestarios a corto plazo, que, si se consideran en su conjunto, podrían suponer un obstáculo importante para la recuperación económica”.

Finalmente, insinuó que la austeridad en una economía deprimida bien podría ser contraproducente incluso en términos puramente fiscales: “Además de tener efectos adversos para la creación de empleo y las rentas, una recuperación más lenta conduciría, en la práctica, a una menor reducción del déficit a corto plazo para cualquier serie dada de acciones fiscales”.

De modo que, el déficit no es un peligro evidente y actual, los recortes en el gasto en una economía deprimida son una idea terrible y la austeridad prematura no tiene sentido ni siquiera en lo que se refiere a presupuesto. Puede que a los lectores habituales estas propuestas les resulten familiares, ya que son más o menos lo mismo que lo que otros economistas progresistas y yo hemos estado diciendo todo el tiempo. Pero somos hippies irresponsables. ¿Lo es Bernanke? (Bueno, tiene barba).

Lo importante no es que Bernanke sea una fuente de sabiduría fidedigna; uno espera que el hundimiento de la reputación de Alan Greenspan haya puesto fin a la práctica de deificar a los presidentes de la Reserva. Bernanke es un excelente economista, pero no más que, pongamos por caso, Joseph Stiglitz, de la Universidad de Columbia, ganador del Premio Nobel y un legendario economista teórico cuya crítica feroz a nuestra obsesión por el déficit ha sido no obstante ignorada. No, lo importante es que la apostasía de Bernanke puede ayudar a minar el argumento de la autoridad —¡nadie importante difiere!— que ha hecho que sea tan difícil acabar con la obsesión de la élite por los déficits.

Y el fin de la obsesión por el déficit no puede ser en ningún caso prematuro. En estos momentos, Washington está centrado en la estupidez del embargo, pero este no es más que el último episodio de una serie sin precedentes de reducciones del empleo público y de las adquisiciones del Gobierno que han lastrado la recuperación de nuestra economía. El consenso errado de la élite nos ha metido en un atolladero económico, y es hora de que salgamos de él.

Paul Krugman es profesor de Economía de Princeton y premio Nobel de 2008.

© New York Times Service 2013.

Traducción de News Clips.

domingo, 6 de enero de 2013

“El mundo de estos días se parece al de finales de la Edad Media”

Los nuevos mapas del poder se explican mejor desde las economías emergentes, las culturas y las nuevas tecnologías que desde la política de las potencias, dice este especialista.
Entramos en “la era del multi-alineamiento” en la política internacional. Es un mundo más caótico que ordenado en el que la geopolítica y la globalización entran en conflicto y se fusionan. Pero el caos también genera su propio orden, señala este politólogo nacido en la India, que creció en los Emiratos Arabes, se educó en Gran Bretaña, Alemania y los EE.UU., enseña y dicta conferencias en las principales capitales del mundo, habla seis idiomas y vive actualmente en Singapur. Se trata de uno de los principales hombres de consulta de líderes políticos, empresas globales, corporaciones y centros académicos sobre temas de estrategia y geopolítica. Autor de varios libros de alto impacto, como “El segundo mundo” y el más reciente “Cómo manejar el mundo”, dirige un think tank de nombre enigmático, el Instituto “de Realidades Híbridas”, que investiga y asesora sobre cómo mejorar la calidad de vida y el gobierno de las grandes ciudades con la introducción de nuevas tecnologías. Su conferencia en TEDx tuvo gran repercusión y puede verse en las páginas web de ese foro. Estuvo en Buenos Aires recientemente como uno de los invitados estelares del World Business Ideas junto a Nouriel Roubini y Raúl Rivera.

¿Cuál es la mejor manera de entender los cambios actuales en la geopolítica global?
Hay que pensar en geopolítica, geo-economía y geo-tecnología al mismo tiempo y de manera integrada. Los nuevos mapas del poder no son sólo político-geográficos, son mapas económicos y tecnológicos. Son menos de fronteras políticas y más de fronteras físicas y líneas de infraestructura y comunicaciones que atraviesan esas fronteras. Y ya no se puede decir que un país es poderoso simplemente porque es grande. Rusia sigue siendo grande pero es mucho menos poderosa. India tiene una economía mucho más grande que Rusia pero no es tan grande en tamaño. Y la demografía no significa necesariamente poder: India tiene muchísimos habitantes, casi tantos como China, pero no los utiliza de manera tan efectiva. Algunos países desbordan de habitantes. Mire Egipto, Argelia y Pakistán. Esos países están cayéndose y una de las razones es que tienen demasiados habitantes y no saben cómo utilizar su capital humano. Algunos países son exitosos debido a la tecnología del siglo XX, pero no a la del siglo XXI o sea que tal vez no permanezcan mucho tiempo en la posición que actualmente se encuentran. ¿Qué pasa si un país tiene sólo abundantes combustibles fósiles pero no produce además otros bienes o energías alternativas?

Usted describe el pasaje de mapas dominados por Estados nación a otros dominados por acrónimos y neologismos, como en los juegos de estrategia: UE, AF-Pak, BRICS, G20 ...
Son realidades regionales que trascienden a los países que las integran y se constituyen en actores “pivotes” o anclas en torno a los cuales empieza a girar la economía de las grandes regiones y la política mundial. La Unión Europea es el modelo político de multi-estados, transnacional más exitoso en la historia política. Y simplemente por la crisis de la eurozona muchos creen que ese modelo fracasó. Yo creo que eso implica pasar por alto las lecciones: los 27 países miembros crearon una zona de paz que de hecho, creo, que seguirá creciendo, al igual que la eurozona. Los asiáticos han aprendido las lecciones de la UE para generar economías de colaboración, para convertirse en un gran bloque comercial. Podemos ver eso en África con la Unión Africana. Podemos verlo también en América Latina en el esfuerzo por ir más allá del Mercosur y crear una unión de países sudamericanos. En Norteamérica, ya tienen el NAFTA, la próxima generación del NAFTA debería llamarse Unión Norteamericana y ya hay muchas discusiones y propuestas para ir más allá de NAFTA a una coordinación cambiaria, económica, política. Esto no es una mera coincidencia, el hecho de que se creen uniones en tantos casos. es algo que está teniendo lugar de abajo hacia arriba y de manera confluyente en todas estas diferentes regiones.

Hay una frase que generalmente oímos en boca de líderes y gobernantes: “Hay un mundo que se está cayendo ahí afuera”, como si estuviéramos parados al borde de un abismo buscando un punto de apoyo más firme ¿cuál es ese mundo que se está derrumbando y cuál es el que está surgiendo?
El mundo unipolar, el mundo en el que Estados Unidos es la potencia única dominante, ese mundo se acabó. El nuevo mundo es uno con múltiples superpotencias: China, la Unión Europea, India, Brasil, los países del Golfo Pérsico, el Consejo de Cooperación para los Países Árabes del Golfo (otro buen ejemplo de regionalismo). Arabia Saudita es el ancla pero los otros Estados también son importantes. Ese es el nuevo orden que está surgiendo.

¿Nuevo orden o nuevo desorden?
Creo que es un orden, pero es un auto-orden. Hay una diferencia entre un orden impulsado por un hegemón, y un orden que se genera a sí mismo. Estamos avanzando indefectiblemente hacia un orden orgánico auto-generado.

¿Es una manera agradable de hablar de “caos”?
El caos también tiene patrones. Y los patrones de los que yo hablo son lo que yo llamo el multi-alineamiento. En el mundo del multi-alineamiento usted tiene muchas alianzas y las utiliza a todas para su propio beneficio. Podemos ver que India hace muy bien eso. India está tratando de ahondar las relaciones comerciales con China, está comprando armas a Rusia, está recibiendo inversiones de Europa pero tiene con los EE.UU. una alianza estratégica; Arabia Saudita solía ser el aliado más estrecho de EE.UU. en la región pero ahora Arabia Saudita le compra armas a China, está quizá re-denominando el comercio y el petróleo en euros y sigue comprándole armas a Estados Unidos. O sea que también juega a ambos lados. La diplomacia inteligente en el siglo XXI consiste en practicar este multi-alineamiento jugando con todos los bandos.

¿A qué momento de la historia se puede comparar?
El mundo de nuestros días se parece bastante al de finales de la Edad Media. El mundo de los siglos XII, XIII, XIV era uno en el que los imperios, ciudades-Estado e instituciones religiosas, tribus y las redes comerciales, compañías, existían y no había un poder único dominante. Al mismo tiempo, hace 1000 años, China era la civilización más avanzada, India tenía un poder muy grande, los califatos árabes e islámicos se extendían miles de kilómetros. Aparecieron innovaciones tecnológicas como la brújula y la navegación marítima, la globalización fue muy importante en esa época. Asistimos al surgimiento de redes transnacionales, las bolsas, y el comercio, y la Ruta de la Seda después de la peste. Europa era débil y estaba dividida. América no existía en sí. Pero había un mundo de múltiples civilizaciones, multipolar con múltiples actores porque usted tenía a los mercenarios y los imperios y el papado y ciudades, y todos eran de alguna manera poderosos en sus áreas de influencia.

Pero antes del Renacimiento fueron también tiempos bastante oscuros, ¿no?
Bueno, ese es el punto. Estamos adentro de la cultura occidental. Usted dice que fue una edad oscura, ¿cree que en China llaman a aquellos tiempos “la Edad Oscura”? ¿Cree que la India lo llaman la Edad Oscura? ¿Cree que los árabes lo llaman la era oscura? Esas fueron para ellos Edades de Oro. Para Europa fue la edad oscura. La historia europea no es la de todos. O sea que no se lo puede llamar la Edad Oscura, se lo puede llamar solamente “el mundo medieval”. El mundo medieval antes del Renacimiento en Europa fue exactamente ese mundo a nivel global que le describo. China, que era poderosa, y todos esos distintos actores que ya estaban nos recuerdan mucho el mundo actual y por eso yo lo llamo un mundo neo-medieval.

¿Cómo sería entonces el nuevo Renacimiento? ¿Cuáles serían las claves para llegar allí?
Moverse hacia un nuevo Renacimiento es un proceso, no un resultado. El Renacimiento no fue un momento sino toda una era. ¿Cómo hacer para llegar más rápidamente? La revolución tecnológica y la revolución psicológica son dos ideas bisagra que es importante considerar. La revolución tecnológica en la Edad Media fue la imprenta, hoy es Internet. La revolución psicológica fue el humanismo renacentista; hoy es el capitalismo creativo y la idea de conciencia global.

¿Quiénes son los que conducen, en esta era “neo-medioeval”?
El liderazgo está abierto a todo tipo de actores con autoridad: empresas, emprendedores, grupos de interés, referentes académicos tanto como gobernantes y líderes con visión estratégica. La multipolaridad también es eso: múltiples polos dinámicos de emprendimiento y difusión de poder. Los “CEO estadistas” son actores que deben tomarse muy en serio como promotores de un nuevo equilibrio entre el Estado, la sociedad civil y el mercado. Google negocia con China como lo hacen los gobiernos. Personajes como George Soros o Bill Gates dan pasos para reformar instituciones o participan en negociaciones globales sensibles. Un “CEO estadista” es alguien que trata de desempeñar un papel o de inspirar un cambio y que potencialmente podría hacerlo de manera tan efectiva como los gobiernos. Yo llamo a eso “gobernanza híbrida”: lo público y lo privado se entrelazan en entidades público-privadas que trascienden los debates del tipo “estatismo o privatismo”, “estado nacional o corporación transnacional”. Es una dinámica que rompe aquellos moldes clásicos.

¿Y su recomendación para el liderazgo del futuro?
La urbanización sostenible es una prioridad. En la mayor parte del mundo -en el mundo occidental o en el sur, en los países en desarrollo o en los emergentes- la mayoría de la gente vive en ciudades y la población en las ciudades crece con tanta rapidez como la complejidad de los problemas y desequilibrios que eso nos trae.