Bernardino Rivadavia fue el inventor local de “la deuda eterna”. En 1824, siendo Ministro de Gobierno de la Provincia de Buenos Aires, autorizó pedir un préstamo a la Baring Brothers (Inglaterra) por un millón de libras esterlinas. Este préstamo fue impuesto como parte de la estrategia geopolítica de dominación de Gran Bretaña, para condicionarnos económicamente e impedir nuestro crecimiento como Nación independiente. Respondió más a las necesidades inglesas de asegurarse la subordinación colonial que a necesidades locales.
El argumento para pedir el préstamo fue el supuesto propósito de construir un puerto, fundar ciudades y dar aguas corrientes a Bs.As. (nada de eso se hizo finalmente).
Al momento de aprobar el pedido del epréstito, alguien preguntó:
- ¿Pero como vamos a devolver un millón de libras esterlinas?
- Muy facil -le contestaron- con las rentas de aduana, que son trescientas mil libras esterlinas por año; en tres años devolvemos el millón de libras esterlinas.
- Pues entonces -replicó- esperemos tres años y construimos las obras sin pedir ningún empréstito...
Ante tal argumento, la secion quedó en silencio, a punto de rechazar la propuesta, pero apareció el fatal argumento:
- Si entra un millon de libras esterlinas, se reactiva toda la economía -y se aprobó el pedido.
(Es el mismo argumento que seguimos escuchando para endeudarnos indefinidamente)
Con algunas honrosas excepciones y resistencias, se aprobó pedido y se autorizo a un ”consorcio” (Guillermo y Juan Parish Roberston, Braulio costa, Miguel Siglos y J. Pablo Sáenz Valiente) para negociarlo en Londres al 70 % de su valor. La estafa era tan evidente que el principal banquero ingles (Nathan Rostschild) se abstuvo de participar, y finalmente se negoció con la casa Baring. El país se comprometió por una deuda de 1.000.000 de Libras al 6 % de interés anual garantizadas con rentas y hasta con tierra pública. Del millón de Libras se descontó la comisión del “consorcio” (120.000), intereses y “servicios” adelantados, quedando en definitiva un saldo de 560.000 Libras, que debía recibir Bs.As. por el 1.000.000 que se endeudaba.
Cuando el gobierno reclama el envío del dinero, Baring remite 2.000 en monedas de oro, 62.000 en letras de cambio (papelitos) y propone por “prudencia de mandar dinero a tanta distancia”, dejar depositado en su banco los 500.000 restantes, pagando 3 % de interés anual. (Un negocio redondo. Pedir dinero, al 6 % y prestarlo al 3 % “al mismo prestamista”)
Ni se construyó el puerto ni se puso un solo caño en Bs.As. Se pago catorce veces la deuda, hasta cancelarla en 1.904.
Los Hermanos Baring no eran solamente banqueros, sino funcionarios de los organismos de la política imperial: la Tesorería Británica, el Ministerio de Hacienda, y de la Compañía de Indias.
Rivadavia garantizó el pago de esa deuda con las tierras públicas de Buenos Aires (Ley de enfiteusis). Posteriormente extendió la garantía hipotecaria a todas las tierras públicas de la Nación. (“quedan especialmente afectadas al pago de la deuda nacional, la tierra y demás bienes inmuebles de propiedad pública cuya enajenación se prohíbe”).Ya no pudieron venderse tierras públicas con fines de colonización.
Con el mismo propósito el Imperio Británico concedió préstamos a varios países latinoamericanos (México, Colombia, Chile, Perú, Centroamérica) que se estaban independizando de España. Firmaron, también, “acuerdos de comercio y amistad recíprocos”, que otorgaron beneficios a los comerciantes ingleses que dominaban en esas regiones.
Como era lógico suponer, faltó dinero para pagar esa deuda. En consecuencia, en 1828 se liquidó la escuadra naval y se dieron en pago dos fragatas que se estaban construyendo en Inglaterra. De este modo, cuando se produjo la usurpación de las Malvinas por los ingleses, cinco años más tarde, no hubo fuerza naval para contrarrestarla. Obviamente, esto estuvo planificado por los acreedores, y su cómplice, Rivadavia.
Los mismos ingleses, admitieron el carácter fraudulento de esta negociación. Ferdinand White, espía inglés, enviado por la Baring al Río de la Plata, condenó los aspectos delictuosos de este acuerdo. Fue una operación usurera, un acto de saqueo y sumisión y el primer acto de corrupción ligado a la deuda externa. Según Scalabrini Ortiz, de la suma recibida, sólo llegaron al Río de la Plata en oro, como estaba convenido, el 4% de lo pactado, o sean 20.678 libras.
El primer negociador del empréstito Baring fue Manuel José García, ministro de Hacienda de Martín Rodríguez, gobernador de Buenos Aires de 1821 a 1824. Rivadavia, también fue ministro de este gobierno. García utilizó toda su influencia, para que se perdiera el Alto Perú. Fue agente de Rivadavia, cuando se pactó la entrega de la Banda Oriental al Emperador de Brasil. Llevó adelante una política antinacional que favoreció los intereses británicos. Fue por esa época que el ministro inglés dijera “América española es libre y si sabemos actuar con habilidad será nuestra” (George Canning, después de reconocer la independencia de las colonias latinoamericanas en la época en que el grupo rivadaviano concertaba el primer empréstito con la Baring) (Historia universal. Editorial Daimon) Rivadavia hacía “oídos sordos”.
En el conflicto de la Confederación con el Imperio, Argentina había vencido a brasil en Ituzaingo, y faltaba el empujón final. Alvear quería llegar hasta Río de Janeiro, pero los ingleses tenían otros planes. la “Federación del Uruguay”. Era un proyecto británico para formar un Estado reuniendo a la Banda Oriental, Río Grande, Entre Ríos, Corrientes y Paraguay, que compensara el poderío de la Confederación y del Imperio. Rivadavia, más interesado en el negocio con los ingleses y en someter al interior, hizo regresar el ejército y firmar un tratado vergonzoso a través de García. Las provincias del interior querían terminar una guerra ya ganada, pero Rivadavia estaba más interesado en sus negocios mineros con los ingleses, que en su patria, y prefiere que regrese el ejercito para imponer “la organización a palos” en el interior, aun a costa de ceder la Banda Oriental. Prevalecen las palabras del ministro Agüero de “la paz a cualquier precio”.
Los federales piden al gobierno y que les dejen a ellos el peso de la guerra pero Rivadavia prefería perder la guerra y la banda oriental, antes que dejarle el gobierno a los federales. e instruye a García para que vaya a Río de Janeiro a terminar la guerra “a cualquier precio”. Fue un arreglo tan vergonzoso que ante la indignación popular Rivadavia intentó usar a García de chivo expiatorio: “no solo ha traspasado sus instrucciones sino contravenido a la letra y espíritu de ellas” que ”destruye el honor nacional y ataca la intendencia y todos los intereses de la República” e intenta desconocer el arreglo.
“El tribuno”, de Dorrego, publica el “Reports” del capitán Head y la correspondencia entre éste y Rivadavia sobre el escandaloso negociado de las minas del Famatina. Se da cuenta de los sueldos según “libros” de la Mining a Rivadavia, las comisiones, trafico de influencias, etc. (Para mas detalles ver JM Rosa Hist.Arg. t IV)
Rivadavia no puede tapar tanta mugre con un pañuelo, y renuncia verborrágicamente:
“Me es penoso no poder exponer a la faz del mundo los motivos que justifican mi irrevocable decisión (también, como para exponer al mundo “los motivos”!!!)...He dado a la patria días de gloria (¿?)…he sostenido hasta el último punto la honra y dignidad de la Nación (menos la honra propia)…Dificultades de nuevo orden que no me fue dado prever (¿?) han venido a convencerme de que mis servicios no pueden en lo sucesivo serle de utilidad alguna (le habrán sido alguna vez?)...sensible es no poder satisfacer al mundo de los motivos irresistibles que justifican esta decidida resolución...(bla bla bla)Quizás hoy no se hará justicia a la nobleza y sinceridad de mis sentimientos, mas yo cuento con que al menos me hará algún día la posteridad, me hará la historia” (¿Sabría anticipadamente que Mitre y Sarmiento se ocuparían de la historia ?)
Dorrego quiere seguir la guerra a toda costa pero hasta el banco de la provincia (manejado por intereses y accionistas ingleses) le niega todo crédito. Regresado el ejército, Lavalle derroca ilegalmente a Dorrego y lo fusila (incentivado por unitarios, del Carril entre ellos)
En semejantes circunstancias llega San Martín de Europa (embarcado por precaución con el apellido materno) a Montevideo y se entera del fusilamiento de Dorrego. San Martín es mal recibido, y Paz (gobernador interino) le escribe a Lavalle (que está en campaña) :”Calcule Ud las consecuencias de una aparición tan repentina”.
Desacreditados los revolucionarios “Decembristas”, le ofrecen a San Martín el Gobierno, para “salvar la revolución con su prestigio”, pero San Martín se rehúsa a aceptar, y en carta a O´Higgins le explica los motivos:
“El objeto de Lavalle era el que yo me encargase del mando del ejército y provincia de Buenos Aires y transase con las demás provincias a fin de garantizar a los autores del movimiento del 1 de diciembre. Pero Usted reconocerá que en el estado de exaltación a que han llegado las pasiones, era absolutamente imposible reunir los partidos en cuestión, sin que quede otro arbitrio que el exterminio de uno de ellos. Los autores del movimiento del 1 de diciembre son Rivadavia y sus satélites y a Ud le consta los inmensos males que estos hombres le han hecho no solo a este país sino al resto de América con su infernal conducta; si mi alma fuese tan despreciable como las suyas yo aprovecharía esta ocasión para vengarme de las persecuciones que mi honor ha sufrido de estos hombres, pero es necesario enseñarles la diferencia que hay entre un hombre de bien y un malvado” (J. de San Martín)
A pesar de todo esto, Rivadavia figurará como un “ciudadano ilustre” y su nombre figurará en calles, pueblos, ciudades y sillones.
¿Qué pensaba San martín sobre Rivadavia? O’Higgins, en una carta que escribió en 1828 a San Martín define a Rivadavia, como “el hombre más criminal que ha producido el pueblo argentino”.
San Martín, con motivo del fusilamiento de Dorrego, se expresó de la siguiente manera:
“Los autores del movimiento del 1º de Diciembre,- se refiere al fusilamiento de Dorrego - son Rivadavia y sus satélites y a usted le consta los inmensos males que estos hombres han hecho, no sólo al país, sino al resto de América, con “su infernal conducta.”... ...“En nombre de vuestros propios intereses os ruego que aprendáis a distinguir los que trabajan por vuestra salud, de los que meditan vuestra ruina…”
Rivadavia no fue ”El hombre de Estado más grande del mundo”, (según Mitre) sino ”El de “Infernal conducta”, (según San Martín)
El problema no es "el capital" en si mismo; el problena es "el capital usurero", sea éste privado o estatal.