lunes, 2 de mayo de 2016

¿Y por qué no imprimir más dinero?

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Lord Adair Turner - Entrevista exclusiva

¿Y por qué no imprimir más dinero?

Con la crisis de Europa, vuelve la idea de Milton Friedman, el fundador del neoliberalismo, para reactivar economías deflacionarias. Surge ante el fracaso de las recetas clásicas, como bajar la tasa o inyectar dinero en el sistema financiero.

Por qué no imprimir más dinero para reactivar a la economía
Si la economía no crece porque la gente no gasta, ¿por qué no emitir más dinero y repartirlo para que gasten más? La idea, de tan simple, parece una broma. Pero el primer economista moderno que la propuso, Milton Friedman, no tenía nada de chistoso. “Dinero de helicóptero”, lo llamó en un ensayo de 1969 titulado The Optimum Quantity of Money. Según Friedman, en economías estancadas y con riesgo de deflación emitir moneda para reducir (puntualmente) los impuestos podía ser la mejor manera de estimular el consumo.
No fue una de las ideas más populares del hombre que sentó las bases ideológicas del neoliberalismo. Salir de un atolladero económico por el camino fácil de la emisión es tabú desde que la República de Weimar intentó saldar así su deuda con los vencedores de la Primera Guerra. La hiperinflación que vivió Alemania en esos años no tuvo igual en todo el siglo XX. Salvo la de Zimbabwe 80 años después, cuando aplicó la misma receta. En la Argentina, las hiper tuvieron otro origen y causas.
Y sin embargo, la idea de Friedman vuelve a estar de moda. El ex presidente de la Reserva Federal, Ben Bernanke, le ha dedicado uno de los últimos posts en su blog, citando el trabajo de Willem Buiter y Jordi Gali, economistas tan poco sospechosos de heterodoxia como él. Pero es un británico, Lord Adair Turner, quien le ha dedicado más neuronas al asunto.
Tras presidir The Financial Services Authority (el organismo que reguló los servicios financieros en el Reino Unido hasta 2013), Turner llegó en 2015 al ranking de los mejores libros de The Financial Times con Between debt and the devil, una obra en la que defiende la emisión de moneda para financiar políticas fiscales expansivas en la eurozona y en Japón.
Como muchos otros economistas antes que él, Turner ya entendió que la clásica política monetaria de estímulo, bajar las tasas de interés, no alcanza para las economías deflacionarias del yen y del euro. Tampoco las inyecciones millonarias que sus bancos centrales aplican periódicamente en el sistema comprando activos financieros ( quantitative easing ). Y es que cuando el problema es falta de demanda, ningún crédito es lo suficientemente barato como para lanzarse a producir.
Por eso lo de aumentar la demanda con dinero recién creado. El problema, Turner lo sabe bien, es el posible descontrol: pasarse de largo y entrar en una espiral inflacionaria. “Una vez que se rompe el tabú de la emisión de moneda, ¿los políticos querrán hacerlo todo el rato?”, se preguntó Turner durante una entrevista con iEco. Para conjurar ese riesgo, propone “que sólo los bancos centrales tengan la autoridad para determinar la cantidad máxima de dinero a crear con esta medida, no dejarlo a la discrecionalidad del Gobierno”.

–¿En qué lugares cree que podría funcionar algo así?
– Sólo en países con una larga tradición de independencia en sus bancos centrales. Para ser honesto, no lo veo posible en Argentina o en Brasil. Sí en EE.UU., Japón, Reino Unido, la eurozona... Bancos centrales que han demostrado durante décadas que pueden resistir a las presiones políticas para bajar las tasas.
— Son también los países que pagan menos intereses, ¿por qué no financiar esa política expansiva con deuda?
– Toda la deuda, incluso la que paga 0% de interés, tiene un efecto diferente porque es dinero que hay que devolver. El efecto estimulante sobre la demanda es menor cuando todos saben que habrá que pagar en el futuro.

–¿Financiar obra pública con el dinero emitido o usarlo para recortar impuestos?
–En general yo prefiero recortar impuestos porque el efecto sobre el consumo y la economía es más inmediato. Hacer infraestructura lleva tiempo. Hay que planear, licitar, hacer obras que pueden durar años y tal vez se termina gastando el dinero cuando la economía ya no está en recesión. No quiere decir que la opción de la distribución no tenga inconvenientes. Uno de ellos es que nunca se sabe cuánto de lo que el ciudadano se ahorra en impuestos será destinado a consumo y cuánto quedará en una caja de ahorros.

-¿En qué medida su propuesta se emparenta con la renta básica universal que ya debaten países como Suiza o Bélgica?
– Es otra cosa. La renta básica podría existir sin creación de dinero por parte del banco central y el argumento es diferente. No trata de estimular la economía, sino de compensar la desigualdad creciente que está generando la tecnología. Cuando las respuestas clásicas a la desigualdad, como educar más a la gente, no funcionan porque el salario real de equilibro hace muy desiguales a los dos extremos, la renta básica es una forma de asegurar un estándar de vida.

–¿La desigualdad no está relacionada con la debilidad de la demanda?
–Es cierto, sí. Y yo estoy absolutamente de acuerdo con la idea de que si hemos creado demasiada deuda es por la creciente desigualdad: los ahorros de los más ricos, con mayor propensión al ahorro, se transforman en deuda que toman los más pobres cuando sus salarios reales no suben al mismo ritmo que el resto de la economía. En ese sentido, sí es cierto que la renta básica es un intento de crecer sin crear demasiada deuda. Pero una vez que ya tenemos demasiada deuda, emitir para financiar políticas expansivas puede ser el camino de salida.

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