lunes, 29 de junio de 2020

Breve historia de la economia

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Historia de la economía: los cuatro grandes modelos económicos

La historia de la economía estudia la economía desde sus inicios: desde el simple y local trueque que, con el paso de los milenios, ha acabado evolucionando en el complejo y globalizado capitalismo, pasando por otros modelos, como el esclavista, el feudal o el mercantilista.
La economía es tan antigua como la propia humanidad. Hace cinco mil años, cuando dos pastores intercambiaban una cabra por cinco gallinas, estaban haciendo economía. Desde entonces se han sucedido, uno tras otro, diferentes sistemas económicos. ¿Podemos entonces, mirando al pasado,  intuir lo que nos depara el futuro?
Cada sistema económico, se ha visto precedido de un cambio en la filosofía de la sociedad, además, dicho sistema ha respondido a una serie de necesidades e inquietudes propias de la época en la que fue creado.

1. Los primeros sistemas agrarios

En el principio toda la actividad económica estaba circunscrita a la agricultura, la pesca y el pastoreo. No existía el dinero y todos los intercambios económicos se hacían mediante trueques, de modo que nuestros ancestros ignoraban lo que era una hipoteca o una empresa de trabajo temporal.
Durante siglos, las principales vías de comunicación y comercio fueron los ríos. Los intercambios que se realizaban estaban basados en los excedentes de las familias, productos artesanales hechos a mano que sobraban. Estas constituían los principales núcleos económicos de las economías de subsistencia.


Con las culturas egipcia, griega y romana, en ese orden, el sistema esclavista constituyó la base de la economía. La principal riqueza provenía del trabajo de los esclavos en la agricultura. La guerra también se consideraba, según algunos filósofos griegos, una fuente de riqueza, debido al aprovisionamiento de esclavos y la mano de obra barata que se obtenía tras las conquistas.
Durante el imperio romano se produjo un aumento en la actividad comercial, si bien no era muy eficiente pues todas la mercancías se enviaban a Roma y, desde allí, se redistribuían a los confines del “mundo conocido”.

2. El sistema feudal

Con el derrumbamiento del imperio romano se produjo una gran vertebración de la actividad económica. El concepto de imperio protector con fronteras bien definidas se vino abajo y los campesinos, principales generadores de riqueza, se mudaron al castillo más cercano para protegerse de las hordas de invasores y saqueadores.
Cada señor feudal protegía a un número determinado de vasallos que trabajaban las tierras. A cambio de la protección, les entregaban una cantidad anual de su cosecha al señor y a la iglesia. Esto era lo que se conocía como diezmo, por equivaler a la décima parte de la cosecha. Durante esta época el comercio se reducía a ciertas ferias de carácter anual donde se compraban y vendían artículos artesanales.
A finales de la época feudal comenzó a surgir una nueva forma de producción de riqueza, diferente a todo lo conocido hasta entonces (agricultura, ganadería, pesca y conquista) y basada en la aportación de un cierto valor añadido a las mercancías. Hablamos del gremio de artesanos, precursores de las fábricas. En esta etapa los ricos debían purgar su condición de privilegio mediante la entrega de limosna (caridad) y el cobro de intereses se consideraba una blasfemia.

3. El sistema mercantilista

Conforme los tiempos avanzaron y las hordas invasoras redujeron su flujo, las ciudades comenzaron a crecer fuera de las murallas, y comenzó la difusión de la moneda, la letra de cambio y los pagarés. Con ello, el ser rico no estaba mal visto ya que si el trabajo dignifica, la riqueza, como producto del trabajo, era igualmente digna. Surge una nueva clase social entre los campesinos, la nobleza y el clero: la burguesía, aupada por el comercio.


Con todos estos cambios, el cobro de interés deja de ser un tabú. Se entiende que el que presta corre el riesgo de que no se le devuelva el dinero de modo que el interés se entiende como una compensación a dicho riesgo. Además, el que presta dinero tampoco puede utilizarlo en otra cosa así que el cobro de interés se ve legitimado una vez más por lo que se conoce como “lucro cesante”.

4. Capitalismo vs. comunismo

Fábricas, sindicatos, producción en cadenas, partes intercambiables, internet… Con la llegada del capitalismo la riqueza dejó de ser un medio para acercarse a dios y se convirtió en un fin en sí mismo. Enriquecerse era la meta de la versión económica de la evolución de Darwin: los más listos era los que se enriquecían. El capitalismo se basó, en sus inicios, en la falsa creencia de que las materias primas eran ilimitadas. La falsedad de esta premisa se puso de manifiesto con la crisis del petróleo de 1973. Lógicamente, las materias primas parecían ilimitadas cuando la Tierra tenía 100 millones de habitantes, pero con más de 6.000 la cosa cambiaba.
Por otra parte, como buena utopía, el comunismo funcionaba bien sobre el papel pero fallaba en uno de sus pilares básicos: el ser humano y su altruismo para con sus semejantes. Todo se basaba en la planificación centralizada, la supremacía del bien común y el estado sobre el individuo.

Una visión de futuro: lo que está por venir

Si bien el capitalismo estaba basado, entre otras cosas, en el individualismo y la idea de que los recursos son ilimitados, el próximo sistema económico, debería basarse en todo lo contrario (cooperación y reciclaje). Puesto que los recursos se han demostrado escasos, se debería optimizar su uso. Puesto que cada vez hay más población en el planeta, si queremos trabajar todos habría que reducir los horarios y procurar que el valor añadido aportado por cada trabajador fuera enorme. Un ingeniero diseñaría algo, otro optimizaría su diseño y un tercero lo construiría de un modo más eficiente. De modo que al final, el producto acabado hubiera sido construído de la forma más económica y aprovechando al máximo los recursos disponibles.


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