Origen del estado de bienestar
El término “estado de bienestar” proviene de una traducción literal del inglés Welfare state, utilizado por el Arzobispo de Canterbury, William Temple en 1945, al término de la Segunda Guerra Mundial. Con el término Welfare, buscaba oponer las políticas económicas keynesianas al llamado “estado de guerra” (Warfare state) llevado adelante por la Alemania nazi.
Sin embargo, ya antes se hablaba de la necesidad de un modelo que mejorara las condiciones de vida de la población. Especialmente durante el siglo XIX, cuando los movimientos obreros de la Europa occidental impulsaron a los gobiernos a legislar a su favor, garantizando las condiciones mínimamente aceptables de vida de la clase trabajadora.
Este objetivo ha sido logrado muy parcialmente, en parte debido al advenimiento de las dictaduras reaccionarias de mediados del siglo XX. Sin embargo, la influencia de los movimientos socialistas y reformistas, así como liberales y socialcristianos, junto con las fuerzas sindicales, lograron tras la Segunda Guerra Mundial imponer condiciones socioeconómicas mucho más benévolas, que llegarían a llamarse “la edad dorada del capitalismo”.
Sin embargo, existen debates respecto a cuál receta económica acompañó semejante surgimiento del estado de bienestar. Algunos abogan por el keynesianismo, otros por el ordoliberalismo, y hay quien señala las similitudes entre ambas filosofías.
Características del estado de bienestar
El estado de bienestar se caracterizó por:
- Logró armonizar las tensiones propias del sistema capitalista, a través de una administración dirigida a solventar la pobreza, la desigualdad, la discriminación, el desempleo, las formas modernas de esclavitud, la guerra y la crueldad penal.
- Profundizó la democracia a través del reconocimiento de los derechos y necesidades de muchos sectores tradicionalmente marginados de la clase trabajadora.
- Confirió al Estado un rol económico más activo, con el fin de obtener bienestar social y crecimiento económico.
- Desestimó la necesidad de la guerra, promoviendo el intercambio comercial interno como una necesidad en la Europa de entonces.
Modelos sociales de estado de bienestar
El estado de bienestar es un concepto que no se alcanzó de la misma manera en todos lados, sino que engendró diversos modelos sociales, a lo largo de Europa, que tradicionalmente se oponen al modelo liberal estadounidense. Podría decirse, incluso, que existen muchos estados posibles de bienestar, tales como:
- El modelo nórdico. Llevado adelante por Suecia, Dinamarca, Noruega, Islandia, Finlandia y Países Bajos. Este modelo fue posible gracias a la relativa homogeneidad cultural de los pueblos del norte escandinavo, y sus pilares son la financiación mediante recaudación de impuestos, altos estándares de inversión pública y el universalismo social.
- El modelo continental. Llevado adelante en Austria, Bélgica, Francia, Alemania y Luxemburgo. Muy similar al nórdico, pero con una mayor orientación al pago de las pensiones, se basa en la asistencia y seguridad social, parcialmente subsidiados por el Estado.
- El modelo anglosajón. Desarrollado en Irlanda y el Reino Unido. Con menores medidas preventivas y un modelo de asistencia de último recurso, dirige la mayor cantidad de subsidios a la clase trabajadora en edad hábil, y en menor medida hacia las pensiones. Es considerado uno de los más eficientes, luego del nórdico, en reducción de la pobreza y combate del desempleo.
- El modelo mediterráneo. Propio de Grecia, Italia, España y Portugal. Este modelo se alcanzó más tardíamente que el resto (entre los años 70 y 80), y consiste en una mayor inversión en pensiones, con gastos de asistencia social muy bajos, para una población que presenta una gran segmentación social, y cuyo trabajo recibe más protección que los propios trabajadores.
Crisis del estado de bienestar
Hacia finales del siglo XX, el estado de bienestar entró en crisis y fue paulatinamente reemplazado por el neoliberalismo. Este nuevo modelo fue desmontando el sistema previo y liberalizando fuertemente las sociedades, especialmente en América Latina y el Tercer mundo.
Estos cambios se proponían resolver las dificultades de financiación de un modelo asistencialista mediante la privatización, la reducción del Estado y del gasto público, para permitir la acción de la “mano invisible del mercado”.
En un principio se produjeron avances inmediatos bajo las gestiones de Ronald Reagan en Estados Unidos y Margaret Thatcher en Inglaterra, por nombrar a dos de sus grandes defensores. Sin embargo, los efectos del neoliberalismo contradijeron a la larga lo esperado.
Su resultado fue un incremento en la deuda y generando un mayor empobrecimiento de la sociedad, especialmente en América Latina. Se estima que la tasa de crecimiento económico mundial, que rondó el 3% anual entre 1950 y 1973, se haya reducido en adelante (1973-2000) a menos del 1,5% anual.
En 2010 el Fondo Monetario Internacional publicó cifras que, para muchos, prueban que los efectos del cambio de modelo produjeron un enlentecimiento del crecimiento económico mundial, con la notoria excepción del continente asiático, especialmente China.